
viernes, 27 de abril de 2012
Exterior. Media Tarde. Un hombre y su hija sentados en una terraza.
Sea la densidad insoportable
-cuando aglutina el aliento palabras e ideas
formándose un légamo de ineptos balbuceos-
sea la interrupción que en el paisaje
ocasiona el acopio de edificios,
carcelarios recuadros de hornacinas
de las que asoman peladas calaveras,
sea esta atmósfera infestada de campanas,
pero algo ha de explicar que aquel muchacho
se acomode a este lado de la calle
y se siembre a sí mismo en las baldosas.
En mi mesa se extienden unos labios
prendidos al silencio de un juguete.
Se han hecho viejos los cantos de anfibios
y el agua se ha infiltrado en el subsuelo.
Un perro ladra,
hay disputas acerca de la leña,
hemos llegado lejos siguiendo la línea de farolas,
más allá -no debo sorprenderme si es de noche-
temo encontrar al niño alcoholizado
con el que me cruzaba en la escalera
de vuelta del colegio.
Será la densidad, no cabe duda,
no queda más que hacer que abrir la boca
y esperar de las palabras que encadenen
sus cuentas de rosario.
Vamos, Padre, tú me lo advertiste,
tu muerte vino luego a confirmar que habría dolor
todos los días. Preguntabas al termómetro
si debías sentir frío, te abrigabas
a instancias del mercurio, nos reíamos,
pero tu sensatez era coherente.
Mirabas los rostros y dolían,
jodido aristotélico, lo advertiste
a sabiendas de mi estúpida arrogancia.
Pone fin a la epopeya
la extinción repentina del bolígrafo.
Cojo el sueño, poco a poco,
acostado en los gorjeos de una niña
tan liviana
como el polen que transportan las abejas.
© Ramón Ataz
sábado, 21 de abril de 2012
Desfase
Nací sin darme cuenta.
No supe después que iba creciendo.
De joven conocí mi infancia
y maduré creyendo que era joven.
Cuando me sepa viejo estaré muerto.
© Ramón Ataz
jueves, 19 de abril de 2012
Aquí
Las más rígidas llaves me separan
de aquellos amaneceres agredidos
por tu sabor violento.
Ahora dueles
en los lugares rozados por tus pasos,
en los minutos reales que acumulan
mis otras existencias ilusorias.
Allí los músculos,
las vísceras vacías,
la piel amnésica,
mi cuerpo muerto, en suma,
se cree resucitar, pero se engaña,
puesto que vivo aquí,
bajo la tierra,
atravesado por el fluir incesante
de un río quebrado.
© Ramón Ataz
viernes, 13 de abril de 2012
No va a dejar de llover
No va a dejar de llover
y me inquieta
el monótono juego de los niños.
No quedará en el aire
rastro del movimiento circular
que hacen mis manos
cuando lo palpan en busca de ventanas
en los túneles que parten de mi lecho.
No va a dejar de llover
porque los campos
protegen su aridez y su pobreza.
Reprocho al alma
su terco empeño en ser inexistente;
la invocan desde los cementerios
suelos verdes de musgo silencioso,
colillas apagadas en noviembre
al acabar su vida vegetal.
¿No salís todavía?
ya os ha llamado mi cabello juvenil
desde los peines que suelen hospedarlo.
No va a dejar de llover
ni el agua va a llegar a su destino,
porque los cauces son hondos
y anteriores
al lento despertar de las ciudades.
Reprocho a Dios
su voz carnal, su omnívoro apetito,
su mandíbula encajada
en un cráneo excesivamente opaco.
No va a dejar de llover
si las nubes han dejado de moverse.
Está quieto el mundo y las ropas
vacías
se extienden por las calles
como aves que invadieran un sembrado.
No va dejar, estoy seguro,
de llover sobre mi espalda recubierta
con pellejos despegados de mis dedos.
Venid entonces, no esperéis,
el Sol no está en mi casa,
venid pronto.
© Ramón Ataz
miércoles, 11 de abril de 2012
El nicho
Apartad huesos,
haced sitio a la carne.
Arañas tenaces tejen casi puertas
- puertas no, más bien límites secos-
entre ambos espacios de un único nicho.
Si aquél contiene solo los ecos de un agosto,
este otro, el más cercano, lleno de ruidos confusos,
rebosa penitentes, desnudeces y trampas.
No queda sitio aquí, donde atestados,
son cada vez más ojos los que miran
a su reflejo mudo.
Resumíos, unid cuerpos, haceros como hebras.
© Ramón Ataz
sábado, 31 de marzo de 2012
La inercia
No busqueis en mis ojos, si los cierro,
ningún rastro de mi vida fragmentaria,
pero si llego a dormir
robad mis piernas,
ya que no rindieron cuentas de sus pasos
ni resistieron al capricho de los vientos,
estúpidos artífices del rumbo que tomaban.
Mi gesto ante lo insólito y la fiebre,
más, cada vez más repartida
entre la arena y el Sol, fueron las armas
de las que me dotó una inercia ciega
vestida con las ropas del deseo.
Solos, cedidos al mundo
por nuestras propias manos de tacto vegetal,
ambos, el mar y yo, sentimos las mareas
aplastando y ensanchando a nuestros átomos.
El horizonte era esperanza reemplazable
y los bosques simple arbitrio de las aguas.
Ahora lo sé,
porque las manchas de mi piel se están borrando
y enloquezco
como un pájaro en medio de la lluvia
que festeja, en los círculos que trazan
sus plumas desprendidas,
el renacer forzoso de los charcos.
© Ramón Ataz
viernes, 30 de marzo de 2012
Menú
Me arrancaría el cabello
sin rubor y sin comerme, pelo a pelo,
la memoria.
Me arrancaría el cabello
y después degustaría la sangre de mis manos
sin otro cuenco, sin otra jarra,
bebería cuantos lunares aparecieran.
Me arrojaría a la vaga presencia de las palomas,
desecaría cuanto quepa mi dentadura
y llovería, aplacaría el calor de mi cerebro.
© Ramón Ataz
lunes, 26 de marzo de 2012
Único
.
Me percibo único al caer la noche.
Padre de todos los sonidos,
no me dejo perturbar en mi edén
de ojos cerrados y humo impermeable.
Nazco en la techumbre
y me prolongo, con ademanes de araña,
hasta el confín de mis arterias.
© Ramón Ataz
sábado, 24 de marzo de 2012
Columna
Ni busco en la academia el rastro que mi infancia deja
ni busco en otros versos que me valgan.
Cuanto más impuro soy, más me comprendo.
No busco conformar a los extraños,
ni agradar, ni aliviar de sus parcas al planeta.
Las veces que he quebrado mis ideas
negando su propio devenir, he roto su discurso
urdido con palabras malsonantes
que cambiaban al llegar hasta mis dedos.
He visto a los poetas comiendo con ritmo
cenando con ritmo, durmiendo también
he visto poetas.
Y yo, pobre de mí,
también cenaba, comía y dormía.
He visto en los hombres figuras arbóreas
mujeres con manos tiznadas de barro
y dije – son árboles- y luego- son tierra.
Pero hoy, hoy soy novel, soy raíz, soy base,
soy columna, sobre todo soy columna.
© Ramón Ataz
sábado, 17 de marzo de 2012
Crónica de un atardecer
.
Era una cuadrilla de gritos en silencio
recorriendo mi sala iluminada.
recorriendo mi sala iluminada.
Les ordené echarse al suelo, acurrucarse,
describir el sufrimiento, la tortura,
la perdición, la decadencia, el esqueleto,
dibujar las pausas pardas, la ventisca,
la depresión y en fin, la boca de la noche.
Obedientes dibujaron
describir el sufrimiento, la tortura,
la perdición, la decadencia, el esqueleto,
dibujar las pausas pardas, la ventisca,
la depresión y en fin, la boca de la noche.
Obedientes dibujaron
sin ser pintores,
sumisos describieron
sumisos describieron
sin ser cadáveres.
Allí escondía la tarde su imagen perfecta
de viento rojo sin luna
Allí escondía la tarde su imagen perfecta
de viento rojo sin luna
y un suelo original emparedado
(ya ni el tacto recordaba de esa tierra
ni tampoco aquel olor que propiciaba)
Calmó la noche al viento,
la luz se desnudó sobre los árboles
cuyas ramas se aquietaron todo el día.
El viento, al fin, dormido, el suelo muerto,
y el rojo resbalando en la ventana...
(ya ni el tacto recordaba de esa tierra
ni tampoco aquel olor que propiciaba)
Calmó la noche al viento,
la luz se desnudó sobre los árboles
cuyas ramas se aquietaron todo el día.
El viento, al fin, dormido, el suelo muerto,
y el rojo resbalando en la ventana...
© Ramón Ataz
lunes, 12 de marzo de 2012
Buhardillas
A mi abuelo
Buhardillas....
Buhardillas poseedoras
del sonoro olor de las ideas
que heredamos a través de los silencios.
Once años gestaron el legado
de los hijos del esperma y del espíritu
-yo conocí a los primeros, otros muchos
acabaron siendo hálito y silbido
como le ocurre a los vientos al marcharse-
...Ideas...
El ideario sin voz de un derrotado
es la última comida del hambriento,
la libertad del proscrito,
la vida de los muertos.
.... y ahora......
Mi barba crece,
mis manos se congelan,
Mi sangre gime cada vez más lánguida
cuando se pierde en los túneles quebrados
y tropieza y se detiene y continúa.
Se confunden los gritos y el dolor,
no se distingue a los amos de los siervos.
...puede ser....
Acaso sea la luz la responsable
de que un sonido atraviese una pared
y por eso las buhardillas en penumbra
tuvieron que guardar lo que escucharon,
o acaso sus ladrillos demolidos
yacieron al final en las cunetas,
olvidados,
como un cadáver que nunca tuvo nietos.
© Ramón Ataz
sábado, 10 de marzo de 2012
Clima (El triunfo del bosque)
.
Si irrumpe con tal violencia,
en este instante,
he de decir que su sombra
impulsa otra vez los bosques a la guerra.
Si el calendario colea indeciso hacia el invierno
y solo ahora lo hace,
es de temer la lluvia contingente y sin labranza.
Acaso no sepa ya en qué colina he de dormir esta noche
o si es que el sueño es casual como el invierno.
© Ramón Ataz
viernes, 2 de marzo de 2012
Al salir de tí
.
Creía, lo creía como otros creen en Dios
que cada palabra te contiene
- madera y letras, clorofila y alfabeto -
pero la fe es tan fugaz que al salir de tí,
una presencia atroz,
desollada en ese instante,
una presencia atroz,
desollada en ese instante,
me arrastraba hacia el Mundo y me adhería.
Algo parecido a la muerte.
© Ramón Ataz
lunes, 20 de febrero de 2012
Disgresión en forma de poema
.
Antes de que nadie me defina
confieso ser un hombre.
Ni contención de una presa
ni púgil de agua
-aunque incontables arroyos me traspasen
y tantos golpes a punto de nacerme
estén temblando-
Solo una minúscula
fracción de lo que soy puedo ofrecer
a las corrientes. La mayor parte de mí
yace en el cieno.
Es cierto que puedo bifurcarme
- ¿quién, para eludir el dolor, no se desdobla?-
pero al cabo cada yo terminará
por diluirse, como sal en el océano,
en un cuerpo envejecido,
único y mortal.
© Ramón Ataz
miércoles, 15 de febrero de 2012
Me apena (un soneto)
* A Elvira
Me apena que camines por la calle
colgada por el hombro a una vejiga
que guarda entre sus túneles de hormiga
de tu vida hasta el último detalle.
Que sea esa cartera la que entalle
la falda a tu cintura, la que siga
llenando de ansiedades su barriga,
me apena y más me apena que te estalle
la mitad de la vida en esas pieles
cosidas a tu piel, en ese infame
y odioso maletín que te encadena.
¡Que ardan en el fuego esos papeles
haciendo que el tedioso afán reclame
al fuego la extinción de tu condena!
haciendo que el tedioso afán reclame
al fuego la extinción de tu condena!
© Ramón Ataz
jueves, 9 de febrero de 2012
En blanco (de sentencias, gotas y vasos rebosados)
Olvidar lo que he aprendido,
ser como un niño otra vez y sorprenderme
quedar en blanco, volver a inaugurarme.
No admitir de nuevo la enseñanza
de vuestra escuela de siervos secular.
No, no vengáis
a sembrar en mis surcos ni a regarlos,
no me miréis siquiera, no toquéis
el sillón desde el que quiero contemplaros.
Veré monstruos, desde luego, es lo que sois.
renunciaré al olfato si apestáis,
me guardaré las manos en el cuerpo
cuando descubra a mi pesar que sois tangibles.
Ahora puedo defenderme de vosotros
ya que nadie me ha enseñado a ser paciente,
nadie tumbó mi libertad, no me hice dócil,
ni se asfixió mi torso en vuestros brazos.
En esta ocasión no seré vuestro,
quedaré en blanco,
la primera huella impresa en la nevada
será mía,
seré ese bruto instintivo al que teméis,
cerrad las puertas,
ser como un niño otra vez y sorprenderme
quedar en blanco, volver a inaugurarme.
No admitir de nuevo la enseñanza
de vuestra escuela de siervos secular.
No, no vengáis
a sembrar en mis surcos ni a regarlos,
no me miréis siquiera, no toquéis
el sillón desde el que quiero contemplaros.
Veré monstruos, desde luego, es lo que sois.
renunciaré al olfato si apestáis,
me guardaré las manos en el cuerpo
cuando descubra a mi pesar que sois tangibles.
Ahora puedo defenderme de vosotros
ya que nadie me ha enseñado a ser paciente,
nadie tumbó mi libertad, no me hice dócil,
ni se asfixió mi torso en vuestros brazos.
En esta ocasión no seré vuestro,
quedaré en blanco,
la primera huella impresa en la nevada
será mía,
seré ese bruto instintivo al que teméis,
cerrad las puertas,
porque yo sí sabré lo que buscáis,
cerrad las puertas.
© Ramón Ataz
domingo, 5 de febrero de 2012
Amenaza
.
Ha salido de una fuente entre pantanos negros,
ardiendo al chocar contra la hierba.
No advierto de su llegada por no implicar a mi sueño.
Te quiero convencer con tal paisaje
de que hay parejas de cielos en tu busca.
© Ramón Ataz
jueves, 2 de febrero de 2012
Comprensión
Me explicarás de una vez por qué tiemblo, por qué
mis ojos se pierden, por qué
el calor deja de ser una constante.
Ajarás entonces mi poesía.
© Ramón Ataz
lunes, 30 de enero de 2012
Esta mañana Reyes ha temblado
.
Esta mañana Reyes ha temblado
Sus brazos y piernas
sus pies y sus manos
han sufrido el don de las sangres enfermas
Los muñecos incrustados entre los ladrillos
aves sedentarias de alas inservibles
un patio de escuela inmóvil y arcano
tensaron sus cuellos
a fin de observarla
Frente a ellos Reyes pensaba en relojes
y quiso temblar o quizá no quiso
pero fue de sogas
glaciares y péndulos
ídolo de pálpitos
tundra derritíendose
Entonces sus labios buscaron la sed
sus dientes mordieron
sus ojos miraron
todos los cristales se hicieron de día
Las puertas me dicen que están convencidas
de que hubo esa noche más noche que nunca
.
sábado, 28 de enero de 2012
Ovidio me hacía reír
Ovidio me hacía reír.
Mi piel agradecía el calor blando
de un pacífico sol recién despierto.
Era líder de un jardín deshabitado,
populoso en sonidos y en olores.
Sin otro artefacto que un cerebro adormecido,
ni más compañía
que un reguero de imágenes corriendo por mis vértebras,
he sabido, justo entonces,
que nada ni nadie podría perturbarme.
He interrumpido un parpadeo, uno más, otro entre tantos,
para abstraerme de la luz
y permitir a mi sangre fluir a carcajadas.
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