sábado, 28 de mayo de 2011

Una clase de equitación

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Finjo mirar (y en realidad respiro)
a los niños felices, a cuidadores niños sujetándolos,
a la yegua contenida, fatigada,
que a su vez finge trotar y en realidad digiere
hierba sin vida y una impropia actitud funcionarial.

A mis ojos los separan escalones como imágenes
de una visión, o más bien,
de un espectro de luz que disimula su forma.
Las ramas póstumas de un árbol moribundo
reciben la extremaunción
de entrecruzados vientos que trenzan hasta aquí murmuraciones,
voces de no se quién ni se de dónde,
pero voces, de eso no hay duda;
es posible que más abajo, en la ciudad,
los automóviles manifiesten su opinión
y algunos edificios se pronuncien
acerca de las cosas de los hombres.

Pero aquí, en esta vieja sierra semiurbana,
el suelo crece vertical, las aves duermen,
sonríen los profesores y los niños
al cabalgar en círculo sobre una yegua mansa,
viven la más audaz de las historias
que puedan algún día revivir.

Cuando les llegue el tiempo de la emoción fingida.






© Ramón Ataz2011

jueves, 26 de mayo de 2011

Sobre el Miedo

No procedo del hambre
sino del miedo común,
del que es anterior a su causa
y prescinde de monstruos.

Del que vuela a ras de claustro,
se adhiere a los sonidos que vagan extraviados
hasta enderezar su rumbo,
o se posa en patenas donde los hombres consagran
hostias de su carne propia.

A él le debe el alfabeto cada sobresalto,
la dentadura su inquieta desnudez,
la oscuridad la laxitud de sus cartílagos.

Lo regreso al mirarte si estás quieta
y la luz del exterior trepa a tus hombros,
o al deshacer el desfile de la noche
las frágiles escamas del silencio.

Yo soy la piel de sus dedos,
tú su navidad,
el destello que anuncia su gloria.











Ramón Ataz

sábado, 21 de mayo de 2011

Calipso

Es posible que al hablar del absurdo
te incorporaras otorgándole importancia.
Pero yo fui forjado por él,
bifronte, respetando los puntos cardinales,
tragando el aire sin indagar del viento su procedencia.

A aquello llamamos Amor
(como a tantas cosas).

Vencimos al gesto de tu frente,
a la estrechez de tus cabellos,
también al alimento que nos sostenía.

Dejé de crecer,
dejaron mis ojos de buscar,
mi memoria hizo suyos tus recuerdos.

A aquéllo no sé cómo llamarlo, Calipso,
a aquéllo no sé cómo llamarlo.





© Ramón Ataz2011

lunes, 16 de mayo de 2011

Mensaje apresurado para los pueblos oprimidos



Todo el mundo quiere ser Cary Grant.
Incluso yo quiero ser Cary Grant.
Cary Grant

Las parabólicas giran de costado
hasta atrapar en su cesto a mi silueta.

Soy feliz, algo adiposo,
guardo en mí ya tres cafés,
dos desayunos,
una novela impresa en un cristal
y por la tarde,
si el sol me lo sugiere iré de pesca.

Al fin y al cabo soy un figurante
que vaga por utópicos edenes; 

un hijo engendrado en una orgía
por la simiente lúcida de Marx,
de Adam Smith, de Cristo y de Aristóteles,
tras la jubilación de aquella Europa blanca
a la que Zeus legó toda la hierba.

Sería lo normal que me envidiaran
ya que mi llanto es pura proteína.
Si lloro por amor o por un verso,
si un trágico desorden metabólico
propaga la tristeza por mi sangre,
la alquimia la transforma en un poema
o un orfidal en sueño pasajero.

Pero luchad allí, tenéis mi apoyo
y mis medicamentos caducados.
Sed como yo, yo mismo
querría ser así.

Cuando despierte, acaso.



© Ramón Ataz2011

viernes, 13 de mayo de 2011

Un hombre, un hogar, un sueño


Casi un lamento exhala el altavoz;
un cable
versátil, extendido por la casa,
traza el camino;
es la vía láctea
de su universo (sin expandir, claro, es estático,
ya que al nacer de una inversión,
no de un proceso físico,
un huevo de serpiente
o la perversa vanidad de un dios soltero,
no espera albergar a todos, solo a este pobre
burgués recóndito, feliz y pálido, un mero espíritu
de los que ausentes del cuerpo beben cerveza
fría y comen en vaso).

Plástico y cobre, silicio, quién sabe qué
formas compuestas por la tierra guían a los sueños
hasta el umbral de las casas.

Hablo de un hombre abandonado al temor
y a melodías fragmentarias de una canción desvanecida,
hablo de un tipo
de soñador inconsciente, de un alma inmóvil.





© Ramón Ataz2011

miércoles, 11 de mayo de 2011

Introspección

Dentro de mí,
en pozos excavados debajo de la carne,
duermen palabras idénticas, desnudas,
embadurnadas en polvo y en harina.

Como moscas se arrojan a mi pecho permeable,
mitad de mármol mitad de tierra santa,
que por lo visto contiene alguna luz invocadora.

Y allí yacen sepultas,
casi quietas.


© Ramón Ataz2011

martes, 3 de mayo de 2011

El gen mutado



 




A mi hija Reyes



Mi mirada cervical estrecha el cielo.

En él constelaciones invisibles
se enmarcan entre líneas, forjados y cubiertas.
Ella se encarama a mis rodillas
se columpia y se deja caer a carcajadas
hacia una red tejida entre mis brazos.

Ella es expresión del gen suicida que la hizo,
del gen que renunciando a replicarse la inventó
única, océano feliz, materia blanca.

Me pregunto cuál fue la proteína que ensayó etimologías incorrectas
al hallar en sus torsiones de gimnasta el camino hacia un ser irrepetible.

Si algún día la voz te surge,
si tu sonrisa se torna palabra
y tu pensamiento se transmite en ondas por el aire,
diles que naciste a beneficio de inventario,
que el gen que en tí mutó era un poeta entre autómatas sin alma,
que el fin de lograr la obra ideal,
la anómala belleza,
la eternidad de unos labios sonrientes,
merecía hacer de tí el comienzo de una especie inviable,
el final de una especie perfecta.


© Ramón Ataz2011