domingo, 14 de agosto de 2011

El hombre del perro y de la niña

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Yo soy el hombre del perro y de la niña,
un crucifijo de carne que pasea
exhibiendo unos labios ensanchados
entreabiertos, blanquecinos.

Globo aerostático que no puede elevarse,
semoviente arrastrado por impulsos,
el de las uñas cortas y limadas.

Husmeo, huelo el aire, identifico
un fuerte aroma a colonia de neumático.

Contemplo, miro, estudio a un hombre péndulo
al que transportan por el parque sus muletas.

El humo que desplazan mis zapatos
se adhiere a los mendigos que se unen
para buscar en mi ropa enseres viejos.

Persigo las baldosas peregrinas
despojado,
envuelto en párpados,

ataviado con sonidos y collares.

Piso algunos escondites
entre arbustos que atesoran
vino envasado en algún bidón advenedizo;
el alcohol humedece las raíces
que como zombies se escapan de la tierra.

La luz regresa, vuelvo intacto,
nazareno,
persuadido
de que no podrán jamás brillar las lámparas
en la línea que separa a mis ojos de la noche.



Ramón Ataz2011

miércoles, 10 de agosto de 2011

Vidrio




Tras cada paso muero y luego avanzo un paso.
Entre pasos y muertes, la cuerda y la fatiga
se enredan en mis piernas, me frenan y me arrastran.

Sin más, estallar.
Persigo el destino de lo frágil
porque no puedo consumir más porciones del alma.

Como el vidrio esparcirme en cientos de fragmentos,
ser minúscula trampa que acecha en las alfombras
y recibe caricias de sus nudos de lana.

Quebrado y transparente,
memoria de los otros,
mi propio olvido.





© Ramón Ataz2011

sábado, 6 de agosto de 2011

Sombras chinescas

Siempre me he sentado al borde del no existir.

Ni construyo puzles ni edifico templos,
no creo que sea importante el que las piezas
den un rodeo,
o atajen por donde sabe la humedad a calabozo.

Pero quién soy yo para saber de la importancia
cuando apenas sostengo mi mentira.

He vadeado la frontera de los días,
la noche cala en mí, prejuzgo al Sol,
que a diario me pone al descubierto

y en lugar de ladrar dejo suspiros,
engaños del aliento,
sobre la mesa que me nutre y neutraliza.

Yo me declaro aquí mendaz y hambriento,
la falsedad y el miedo me son propios,

pero éste es un forzoso amante
de lengua áspera,
un proxeneta que me desnuda

y exhibe ante vosotros,
como a una sombra chinesca.





© Ramón Ataz2011

jueves, 4 de agosto de 2011

Ciudadela

A mi hija Elvira


Porque ya sabes que el viento
es la excusa que ponen los ratones,
y ellos el disfraz que usamos
al apagar las luces.

Porque hoy hay ventanas en tu cuarto
que solo transparentan desde fuera,
paredes transformadas en adarves
invisibles por la niebla que te envuelve,

no me pidas ternura, no a mí,
ni ensayes tus muecas para embaucarme.

Más bien descompón los huesos
para inyectar su calcio a la invisible inercia que
-aún no lo sabes-
te conduce.

Y cuando de noche, dormida y vulnerable,
la puerta indiscreta resbale y te revele,
no dejes que mis ojos, anclados a tu sueño,
te despierten.




&Ramón Ataz2011