lunes, 30 de enero de 2012

Esta mañana Reyes ha temblado

 .


Esta mañana Reyes ha temblado
Sus brazos y piernas
sus pies y sus manos
han sufrido el don de las sangres enfermas

Los muñecos incrustados entre los ladrillos
aves sedentarias de alas inservibles
un patio de escuela inmóvil y arcano
tensaron sus cuellos
a fin de observarla

Frente a ellos Reyes pensaba en relojes
y quiso temblar o quizá no quiso
pero fue de sogas
glaciares y péndulos
ídolo de pálpitos
tundra derritíendose

Entonces sus labios buscaron la sed
sus dientes mordieron
sus ojos miraron
todos los cristales se hicieron de día

Las puertas me dicen que están convencidas
de que hubo esa noche más noche que nunca




.

sábado, 28 de enero de 2012

Ovidio me hacía reír


Ovidio me hacía reír.

Mi piel agradecía el calor blando
de un pacífico sol recién despierto.

Era líder de un jardín deshabitado,
populoso en sonidos y en olores.

Sin otro artefacto que un cerebro adormecido,
ni más compañía
que un reguero de imágenes corriendo por mis vértebras,
he sabido, justo entonces,
que nada ni nadie podría perturbarme.

He interrumpido un parpadeo, uno más, otro entre tantos,
para abstraerme de la luz
y permitir a mi sangre fluir a carcajadas. 

miércoles, 25 de enero de 2012

Fantasmas



Desde dentro las nubes quedan altas,
los frutos del invierno inaccesibles,
el juego de la descripción del aire,
desde dentro,

es propio de tiranos imponerlo.

A vueltas con el humo 

mis ojos distraen, de la pared,
una imagen de anteriores habitantes.

Creo en los fantasmas.


Después de una noche en vela

sé que dentro de esta casa hay secuelas
produciendo luces blancas en el patio

El aire está claro el mes de enero

pero no siento el consuelo
de la luz, ni del color

azul-verano
de este invierno.

domingo, 22 de enero de 2012

Poema del hombre Manso o Tántalo redimido

.

Viviré en el interior de mi saliva,
donde los besos cambian su estricta trayectoria
y el mordisco de lobo que debió hacernos libres 

se corrige a sí mismo, se abandona y se muere.
 

        Yo lo veré
       -parece silbar esta pared de oro-
        sabe de tu silencio mi rostro absorbente,
        del mediodía perpetuo
        de tantos, de tantos
        cuyo sueño aplaca al estómago inútil,
        mientras tú te nutres como las palomas
        comiendo en los parques despojos del hombre.

Viviré en la levedad de mi saliva, 
pírrico sabor, lago de hastío,
me retendré en existencias barbitúricas
puestos en pie de paz mis pies obesos.

        Calma, calma, calma…
        no eres más que una tilde sin letra,
        Tántalo, mira:
        las ramas junto a ti se quedan quietas
        come otra vez,
        bebe otra vez,
        son tuyas.

jueves, 19 de enero de 2012

La balada del niño fósil



Padre, cuando esté muerto,


quiero quedar oculto por las piedras.



Que no me moje el agua


ni me erosione el aire, 


que permanezcan juntos

mis huesos ensamblados.


Cuando los años pasen


quiero ser descubierto

al fondo de una sima 


a la que el sol penetre.

 

Que mi sonrisa absurda

de alegre calavera


sorprenda a un cazador


(o si es posible a un niño


que corra tras su perro)



Que manos temblorosas


me vayan extrayendo


con plumas , rociadores


y blandas herramientas,


hasta que al fin resurja 


sin rasgos, sin especie, 

sin huellas dactilares.


Tan solo un armazón

desnudo y abatido.


Entonces, padre, quiero

que cuantifiquen pronto


mi edad cifrada en siglos,


que luego me acicalen,


me pongan entre vidrios 


y un día, algún muchacho


como yo, pero entero,


me mire fijamente


al hueco de los ojos


y atrape en su memoria


mis fósiles recuerdos.

domingo, 15 de enero de 2012

Análisis superficial del dolor que me aflige

Hablo del dolor;
mi pecho,
-acuñado en él
en aquellas noches
de amantes, de bocas, de luz y de sangre
rápida, cutánea,
pues la piel se abría

igual que una rambla en aquellos tiempos
de amor y simiente-
acumula úlceras;
y mi espalda enferma
sostiene en su carne
los mármoles grises de todos los muertos.





© Ramón Ataz

jueves, 12 de enero de 2012

Lo más difícil

Lo más difícil
–no te engañes, discurso encanecido,
solo te respetan por tus sienes leprosas,
flor sin estambres, viejo discurso,
viaja en los ecos que flotan vacíos-
 


lo más difícil, decía:
unirse al mar, buscar allí
corrientes negras, mimetizarse, 

permanecer.

Yo camino sobre el hielo
inclinándome de forma inevitable hacia los lados.
De mí penden dos cuerpos siameses;
más cerca del suelo un oscuro animal
me mira igual que a un padre
mira el hambre en los sueños de los hijos.

Y mi pelo continúa siendo negro.
Y mis huesos cada día son más blancos.

A ti, a tus desconocidas horas,
a los quiénes y a los dóndes que aún te quedan,
otra vez viva, mientras te observo en la distancia
de aquella línea estática a la que llegamos juntos,
entrego la debilidad de mis sonidos,
las ondas que vagan por mi sangre
como sirenas al fin de una jornada.

Lo más difícil,
afirma mi discurso al consolarme,
salir del mar,

llevarse su color,
dejarlo solo.





© Ramón Ataz

Manes

Si finados y enterrados los manes no han de sufrir de hambre,
recostados han de beber el vino que les escancien,
han de acudir al fuego como insectos, resultará ridículo
que eche en cara a los demonios su quietud.

¿Qué hay de las promesas que aligeraban el peso de la tierra?
¿A dónde arrastraron los milenios sus fantasmas?

     Antes de hallar en el Tártaro a los muertos
     tendré que saber sembrar sobre la arena.

     Antes de entrar en su cómodo refugio
    deberé llenar de dioses mi despensa.

     Antes de volver al mundo de los vivos
     habré de hallar el camino entre la hierba.





© Ramón Ataz

domingo, 8 de enero de 2012

Transición

Ya destensado el arco de su cuerpo,
inmersa en sueño de agua, amurallada,
escurriéndose al fondo de su piel,

vestida con la secuela tibia
de la electricidad que ya se ha disipado,

me estremezco otra vez, mientras mis ojos
siguen su lenta transición de blanco a letra.




© Ramón Ataz

jueves, 5 de enero de 2012

Siento, Viento

A Elvira

Siento, Viento, que mis ojos sorben el brillo
de las plañideras grises de oficina,
y mis manos la aspereza rígida
de caimanes de estos meses funerales.

Siento dientes que se esparcen como el fuego
al morder el mármol blanco de los túmulos.

El hombre gordo que teclea en la otra sala
vino hace poco a pedir pordios que lo acunase
en mis rodillas bendecidas por tus besos.

Sudo muertos del verano,
calcinados, que hacen gracias, piruetas,
deseando contagiarse mi reposo.

Y una imagen respirable, como el viento
que resucita mis labios, alegre,
expectante nueve días, 
derramada de tus brazos,
me consuela, Viento dulce, me consuela.



© Ramón Ataz

martes, 3 de enero de 2012

Statu quo

Donde el compás clava su aguja
una turba de ideas sueña su próximo big bang.

Es como el jaspe la voz del tumulto.
Algunas frases libres vetean la armonía
del sonido único, la ocurrencia sola, el deseo uniforme.

Asociados en su estrechez por cerraduras,  
los hombres aman el calor de la cera derretida,
porque es atroz el frío al otro lado
de la cálida densidad que los contiene.

Donde el compás clava su aguja
el dolor pasa en veloces panorámicas
todas las noches,
inalcanzable,
como un satélite impulsado por la inercia
de un universo ciego,
de un dios sin ojos.




© Ramón Ataz

lunes, 2 de enero de 2012

Primer enigma

No tan borroso:
mi mirada es capaz de definirlo.
No tan pequeño:
a un gato le harían falta dos bocados.
No tan difuso:
sus líneas se destacan del entorno.
No tan lejano:
mi aliento agitaría su plumaje.

Algo absorto, algo huidizo, algo huraño.
Cualquier día resbalará sobre la lluvia
pero hoy, todavía, su altura lo protege.





© Ramón Ataz2012