jueves, 10 de noviembre de 2011

Las noches

Casi siempre viste la atmósfera de agua,
tanto si sus pasos me bordean
como si con un vado tropieza y me traspasa.

El aire es casi siempre transparente
y no hay puño que lo sujete al cerrarse.

A salvo, claro está, aquella noche
negra como la sombra de los quebrados,
estrecha, tan pequeña e inservible,
aquella noche en que no hay nada que escuchar
ni a qué asomarse.

Se acerca el luto por la calle,
apresurado e impaciente, algo cansado;
es casi siempre imposible detenerlo.
Pero esta noche he conseguido unir mi brazo a su cortejo
y, aunque asustado,
me he sentido grácil como la nieve al derretirse.





© Ramón Ataz2011

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