jueves, 31 de enero de 2013

Descripción minuciosa de lo que no puedo ver



No puedo ver las letras
en la ciudad sin plomos.
 
Era azul, recuerdo, el palacio al reflejarse
sobre mi vaso de agua.
 

A mi derecha, eso creo,
muy cerca de mi mano,
una niña con anclas en las piernas
observa alrededor (contempla el círculo
de imágenes trazado, pienso, en torno)
-si estoy en lo cierto aún sigue mirando,
pues tal capacidad poseen aquellos
cuyas pupilas son amadas por la luz- 


A aquella otra, en cambio, la supongo a varios metros,
protegida
de la oscuridad que me alcanza y se proyecta
por cuantos flexos se le ofrecen a brillar.
 

Y los papeles huelen a arrugado
las puertas a gin-tonic, mi asiento

a mí sentado.

Queda el sonido,
queda el silencio cuya envolvente lo arropa,
y varios, unos pocos, puntos mínimos
de sosegada penumbra
en la que parpadean los ojos de los lobos.

O ya no estás, acaso, o sí, da igual
si eres sombra entre sombras,
labios de mimo,
negrura abancalada
sobre una hilera de tejos.

 

Ellos se escuchan, ellos se huelen, ellos,
no me preguntes como,
ellos sí, sí pueden verse.





(c) Ramón Ataz

9 comentarios:

  1. Comparto tu "ceguera" perdida en estos versos "en los que parpadean los ojos de los lobos". Buen poema.

    Un abrazo, Ramón.

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    1. Desconcierto y ceguera en todo.
      Otro de tus grandes poemas.
      Seguimos caminando (palpando las paredes)

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    2. Muchas gracias, Tomás. La ceguera, al menos de vez en cuando, es bastante reveladora.
      Me alegra que te haya gustado.

      Un abrazo.

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    3. Muchas gracias por pasar por aquí, Eloy, siempre es un lujazo para mí saber que me lees.

      Un abrazo.

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  2. Precioso, Ramón. Cada estrofa me parece un poema por sí misma. Y todas juntas, un gran logro.
    Un abrazo.

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    1. Muchísimas gracias, Juana. Como siempre, me dejas un comentario motivador.

      Un abrazo.

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  3. Evocador como siempre, querido Ramón. Qué miedo cuando la oscuridad no ensancha los ojos, y nos quedamos a merced de las fieras nictálopes, buscando a tientas entre las sombras la sombra de nuestra luz perdida.

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    1. Y tu comentario, Alejandro, enriquecedor e inteligente.
      Muchas gracias, amigo.

      Un abrazo.

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  4. Intenso, bello e inteligente poema de lo mucho bueno que Ramón supo hacer. Abrazos y salud.

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