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Creía, lo creía como otros creen en Dios
que cada palabra te contiene
- madera y letras, clorofila y alfabeto -
pero la fe es tan fugaz que al salir de tí,
una presencia atroz,
desollada en ese instante,
una presencia atroz,
desollada en ese instante,
me arrastraba hacia el Mundo y me adhería.
Algo parecido a la muerte.
© Ramón Ataz
la verdad es que me dejas des-hecha al leer, se me caen los hombros en un "pronptum" de descanso desasosegado
ResponderEliminarNo sé de dónde te llega, pero va hacia/hasta lo más lejano incluso a una, y sin embargo, interno, nuclear, poderosamente gravario. Pero no de piedras.
O sí, cualquiera sabe.
Fenomenal, en todas sus acepciones.
Un beso, Ramón
Muchas gracias, Sofía, me alegra leer eso, a fin de cuentas para provocar cosas es para lo que escribimos, ¿no?.
EliminarUn beso.
Ramón, un poema muy afilado, de rezo interior, de amor descabezado.
ResponderEliminarPoema de gran laconismo y que mucho engloba.
El desuello es el laberinto convertido en línea: poderosa imagen la de esa presencia puesta en canal.
Muy trabajado este poema.
Saludos, Ramón.
Muchas gracias, Tempero. Es el amor el que es lacónico y afilado, a lo más que puede aspirar el poema es a recrearlo con mayor o menor fortuna, por eso me alegran y te agradezco tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.