Me arrancaría el cabello
sin rubor y sin comerme, pelo a pelo,
la memoria.
Me arrancaría el cabello
y después degustaría la sangre de mis manos
sin otro cuenco, sin otra jarra,
bebería cuantos lunares aparecieran.
Me arrojaría a la vaga presencia de las palomas,
desecaría cuanto quepa mi dentadura
y llovería, aplacaría el calor de mi cerebro.
© Ramón Ataz
Resuena el poema con ecos de llamadas a ser auténtico, a vida verdadera en esa furia de palabras. Aplausos.
ResponderEliminarSalud.
Julio G. Alonso
Hola, Julio: El poema intenta ser más sensorial que lógico, salir de dentro. Como tantos poemas es más intención que resultado, y por eso me alegran y te agradezco tus palabras, siempre amables y generosas. Gracias por pasar de nuevo por aquí.
EliminarUn abrazo.