jueves, 1 de septiembre de 2011
Licántropo
Cuando entrega su rostro por la mañana
al hambriento despertar del edificio
hay que ver cómo olvida sus imágenes de luna
y cómo siente haber dormido.
Es de noche otra vez.
Sin perros ni majadas
pero es de noche.
Sin tormenta ni oraciones
pero es de noche.
Cuando vuelve a cuatro patas, iluminado,
con la conciencia del lobo en la hecatombe,
está sucio de bosque.
No hay ciudad esa noche
y es un lobo.
Sin tormenta otra vez
pero es un lobo.
© Ramón Ataz2011
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Me gusta.
ResponderEliminar"al hambriento despertar del edificio"
Me gusta mucho.
Saludos
Genial poema, Ramón.
ResponderEliminarUn abrazo
Ana
Te agradezco la visita al blog y el comentario, usuario anónimo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ana, me alegra que te guste y te agradezco tus palabras.
ResponderEliminarUn beso.