A mí se me veía
sobre fatigas verdes dejadas por ancianos
en los asientos, debajo de humaredas,
asido al Sol,
al cabo de un bolígrafo.
La tristeza incrustaba mi sombra entre la grava.
A mí se me sentía
en el sonido extinto del arroyo;
los niños me rozaban apenas por descuido
al pasar junto a la anchura de un árbol solitario,
bajo su copa insolente,
ciudad de aves.
© Ramón Ataz2011
Figura de poeta que pasa desapercibida por la vida.
ResponderEliminarEnhorabuena
Muchísimas gracias, poetas, por leerlo y dejar vuestra huella en el poema.
ResponderEliminarUn abrazo.