sábado, 9 de junio de 2012
Discurso insensato
Qué estupidez transformar a un caballo en ilusión.
Por difícil que resulte respirar
quita de mis ojos esa melena rubia desatada,
déjame huir de sonrisas frescas
e infancias perennes. Vidrio.
No puedo impedirte, me estoy rompiendo
pero líbrame, pordiós, de marionetas
delgadas, de voces punitivas. Translúcido.
He puesto mi nombre a macerar en la cocina
hundido en qué se yo, una mixtura
de líquidos y especias que no sé quién mezcló.
Sobresalgo como el relleno de un ave. Quebradizo.
Lo que derramas
Lo que derramas
Lo que derramas
es el pigmento que tinta mi amargura.
© Ramón Ataz
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intenso poema. Me ha encantado
ResponderEliminarun abrazo
Me alegra que te haya gustado, Joaquín, y muchas gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Veo rabia contenida en un poema que lleva tu mejor verbo. Me encantó.
ResponderEliminarHay rabia, Eloy, la hay. Muchas gracias, amigo, me alegra que te gustara, en toda su insensatez.
EliminarUn abrazo.
Quebradizo como el vidrio, entre fogones, se cuece la existencia y nos hacemos con ella, lentamente, desesperadamente. Un estupendo poema tan evocador como sabio y profundo hurgando en la herida humana.
ResponderEliminarSalud.
Hay veces que la herida se deja hurgar y casi parece que lo pide. Muchas gracias, Julio, por tu constante generosidad al juzgar estos poemas que dejo por aquí.
EliminarUn abrazo.