martes, 22 de noviembre de 2011

La desaparición de las llagas

A veces me entretiene buscar llagas
allí donde el heraldo del dolor las anticipa, 
y ni siquiera las costras
las conservo,
hasta las cicatrices locuaces

se han borrado.

Donde entonces hubo golpes, 

solo hay surcos 
y hay semillas
germinadas del árbol de los látigos.
 

        Siempre he sido un verdugo autodidacta;
        hace años que mi cabello es de cuero.


       Fui lacerado en la raíz de las arterias

       y un dulce arroyo de sangre me fluía,
       pero la noche me encontraba en el establo
       debajo de un monótono cepillo,
       obteniendo plenitud de un buen forraje
.

       Mi estómago es un médico de guardia,

       chorrean por mi piel cremas y aceites
       y disfruto de zapatos de ortopedia.


Donde el llanto, un suspiro alcanzó el clímax,

nada venga entonces a dañarme.
 

Cierren mis llagas
por hoy,
cierren mis llagas.




 
© Ramón Ataz2011

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