Florencia atardecida
Observados por ventanas de palacios,
teñidos por la sangre del crepúsculo,
entremezclados en el coro plañidero
que llovía sobre puentes reencarnados,
supiste tú, y luego yo lo supe,
que empedrar ciudades es tarea de quienes son como nosotros,
eternos.
© Ramón Ataz2011
Qué otra sensación se puede tener desde la Piazza de Miguelangelo sino esa? El atardecer sobre el río Arno deja su estela de eternidad bajo el Puente Vechio.
ResponderEliminarUn poema que trae añoranzas antiguas.
Un abrazo, amigo.
Tienes toda la razón, Perfecto, en lo que dices de Florencia. Muchas gracias por pasar por aquí y dejar tu siempre amable comentario.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Me gusta tu poesía Ramón, escribes muy bien.
ResponderEliminarAbrazos, y encantada de seguir tu blog
Muchísimas gracias, Lila. A mí también me parece que tú escribes de maravilla. Me alegra mucho verte en mi blog.
ResponderEliminarUn abrazo.
Precioso eso de empedrar ciudades.
ResponderEliminarUn abrazo enorme
Ana
Hola, Ana:
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar por el blog y dejar tu generosa huella.
Un abrazo todavía más grande.