¿a qué viene este obligatorio temor?
¿a qué seguir sufriendo si se conoce el después
y se conocen el cuándo y el acaso?
¿cómo sigue estremeciendo la aurora
a cada día?
estoy lejos de ser nocturno participante
esta tarde, a tantas vidas de la noche;
es terrible, terrible estar tan lejos;
y a qué viene el cosquilleo en las entrañas
insertándome esta tarde su nervioso consejo.
Oh tardes abrasadoras
irritantes; cada cortejo de ansias
desparramadas, saciadas o no saciadas,
tan rojas como el rubor, gelatinosas;
tranquilo, pausado pero nunca,
deshago la trenza de voces afiladas
y peces embuchados en anzuelos y mudos.
Joder, me repito al repasar los sortilegios
de cada uno de los años de mi vida,
los que me quedan, ¿cuántos son?
la tarde está trazada en vientres negros,
encabalgada a mi lomo, clavando sus espuelas.
© Ramón Ataz
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