domingo, 15 de julio de 2012
Voz
Debí levantar estatuas
con la materia que surge de tu voz
por cada momento en que, airada,
produjiste en mí palabras que te exaltasen.
No lo hice; antes bien traté de hacerlas mías,
estampé mi firma al pie de cada grupo
y fui protagonista ante las gentes
que piensan que como propias las atesoro.
Harás entonces bien en volver tu rostro
cuando ansíes de nuevo asirme del lenguaje.
Pero no enturbies el aire, te lo ruego,
porque por él transitan libres tus palabras.
© Ramón Ataz
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Las palabras en el viento se vuelven sagradas
ResponderEliminarGracias por pasar por aquí y dejar tu intenso y lírico comentario.
EliminarUn saludo cordial.