martes, 13 de diciembre de 2011

Los perros duermen

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Los perros duermen.
Sus ojos envejecen.

En la pared viven ondas descartadas,
se escucha el nacimiento del calor
y el tabaco
causa en mí una metástasis de olvido.
Sin recuerdos
los perros duermen.
Sus ojos envejecen.

Una muchacha entrecruza
la risa con las manos
y presiente su melena,
toses doradas sobre sus labios negros.
Vírgenes aún
los perros duermen.
Sus ojos envejecen.

Un trapo pastorea
al polvo atomizado.

¡Dos mil doce, dos mil doce!

Los sofás son planetas,
el sonido es oxígeno,
el color de sus dedos
es mi sed, mi saliva
en patines resbala
por mi barba de meses.

Es obvio que estoy vivo
bajo el cielo, insensible,
acostado en la alfombra que forma mi nombre.

E igual que si fuera  
un perro que duerme,
cada vez más deprisa
mis ojos envejecen.



© Ramón Ataz2011

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