¿Quién soy sino alguien que marca con dos cruces
su tierra y su pasado?
No es de extrañar entonces que me duplique,
recele y me revuelva,
ya que no puedo hallar tranquilidad
en mirar de continuo a los dos lados.
O acaso, si merecieran respeto los poetas,
pudiera encontrar placer en ello,
una excusa que sea causa en mis fracasos.
Mirad mi tierra:
pasto de rostros, nubes en fuga.
Ved mi pasado:
trigo adherido por el viento a sus membranas.
Amanecí tantas veces, di tanta luz,
me extendí como el musgo en tantas rocas,
que el ya y el suelo me hicieron mi siamés,
mi inseparable otro,
mi reverso.
© Ramón Ataz
Muy bien expresada la dualidad, Juan.
ResponderEliminarUn beso grande
Ana
Muchas gracias, Ana, supongo que la mayoría de nosotros vivimos algún tipo de dualidad.
ResponderEliminarBesos.