Por más que nazca en mí
una línea recta de carne o de despojos
-lo que no consumieron los pájaros hambrientos-
por más que luego muera en depósitos de magma
- sopa primordial de los diamantes-
llegue hasta donde llegue,
venga de donde venga,
no habrá más sed, o si la hay
no habrá más agua.
No una vez florecidos los tabúes,
no después de que sembrara Dios sus naipes
en el cráter donde hiberno, me escondo y envejezco.
Sí, fueron mis ojos como hordas de vándalos,
inquietos hocicos;
pero hoy meto los dedos en dos cuencas vacías
sin bastones,
sin grietas.
© Ramón Ataz2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario