Se pudo oír el suspiro inesperado,
inevitable, que llenó el aire de fuerza.
En esa estancia quedaron poemas
dormidos en los pliegues de las sábanas
mudas, los libros quedaron yermos.
Fue mi metáfora.
Se pudo oír en tu casa. Escuchaste
el deglutir del viento, viste mi ahínco
por cerrar cada ventana y cada puerta.
Fue mi metáfora.
Palabras de leña,
palabras de azúcar,
palabras de cayena,
ya son tuyas. Yacen en ti.
© Ramón Ataz2010
Qué hermosas palabras las que yacen en la amada. Todas las palabras se entremezclan con las vivencias, con la piel, duermen en sábanas.
ResponderEliminarHermosísimo poema que hace vibrar.
Te dejo un abrazo
Ana
Muchas gracias, Ana, por tus palabras y por leer lo que voy dejando en mi blog.
ResponderEliminarUn abrazo.