viernes, 31 de diciembre de 2010

A Elvira, antes de que apaguen las fuentes.

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Mi señora, que parió a Adán sin dolor,
anda escabulléndose de estrella en estrella,
de cuadro en cuadro, de nombre en nombre.

A veces por debajo de la tierra, arrebatándome,
o bien dispersa en el viento haciéndome burla.

A menudo es un látigo o correa
que a golpes prueba el fin de mi paciencia.

Mi señora es madera y carne de muerto,
gesto hostil o indiferencia.

Aunque ahora se ríe, al menos me observa,
igual que el mar al pescador,
igual que el aire al vigía.





© Ramón Ataz2010

3 comentarios:

  1. Un extraño poema que se lee como un reproche o un lamento.

    Un beso
    Ana

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  2. Estoy de acuerdo en que es extraño. Lo cierto es que deseaba hablar del deseo, eso que tiene una vertiente oscura, inquietante. La personificación en la persona deseada es lo que creo que lo hace extraño.
    Muchas gracias por comentarlo.

    Un beso, Ana.

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  3. Hermoso poema, lleno de matices y sugerentes imágenes. Una lectura deliciosa después de los años transcurridos y uno de los poemas para configurar un buen libro de la poesía de Ramón Ataz. Sé que agradecerías el comentario y sé que lo agradeces. Un abrazo, siempre.
    Salud.

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