Estos ojos, aún cerrados,
no añoran perfiles azules
ni extrañan la curvatura cambiante de la luna.
No se abrirán para cazar en vuelo a las aves que no saben nombrar.
Estos ojos seguirán hasta mi muerte muertos.
Menos que muertos, nonatos,
como el quizá de aquel chico
que no volvió de pronto a casa alguna noche.
Ninguna noche.
Su casa no añora los perfiles azules
ni extraña el cuerno de la luna,
pero acoge a cualquier ave y a su vuelo declinante,
si cansada se posa en sus tejados silenciosos
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© Ramón Ataz2010
Belleza sobrenatural en estos versos, Juan.
ResponderEliminarUn poema muy conseguido que ya leí en nuestro foro y ahora disfruto por segunda vez como si fuera la primera.
Bravo
Ana
Muchas gracias, Ana. Es un poema bastante improvisado. Reconozco que como más disfruto al escribir es cuando me dejo llevar, cuando una idea parece llevarme de la mano.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Juan, no sé si sera efecto de esa belleza sobrenatural de la que habla Ana pero este poema tiene algo que atrapa, que encandila. Me encanta sobre todo la primera estrofa. Buena improvisación
ResponderEliminarUn beso
Ana
Hola Ana. Me ha dado una enorme alegría verte en mi todavía incipiente blog. Muchas gracias por lo que dices del poema.
ResponderEliminarUn beso.
Por como explicas la génesis del poema, Juan, nos llevarías a pensar en una técnica surrealista, pero observamos que se parece poco a los poemas escritos al dictado de ella. Lo más importante es que es un buen poema y que tiene suficientes elementos para que pudiéramos pensar de igual forma que ha sido escrito de una manera reflexiva y sopesada. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tienes razón, Enrique. Sin embargo es cierto que este poema salió casi de corrido. Me alegra que lo valores positivamente ya que pertenece a un tipo de poesía más intimista que la que últimamente hago y, sinceramente, la poesía intimista es la que más aprecio y disfruto.
EliminarMuchas gracias por tus palabras. Recibe un abrazo.