lunes, 17 de septiembre de 2012
Boceto en una una sala de espera
Dentro ocurren cataclismos
o quizá deba decir que este pequeño
dolor acomodado es un desastre.
Parece ser un final, como el retiro del alma,
la dimisión injusta de la sangre
aburrida de rodar a todas horas
por el cauce ensangrentado de mis venas.
En muchos hombres los brazos
retienen algún músculo
capaz aún de bruñir la piel vacía.
Hay disconformidad, hay desajuste
entre la tierna sonrisa de los niños
y el confinado desdén de un moribundo.
Y esto lo pienso
bajo los haces amarillos de una bombilla torpe
acusada de brillar en el vacío
a costa de explotar sus filamentos.
Dos mujeres marchan lentas
camino a la asamblea callejera de varios fumadores sonrientes.
Una confunde su llanto con su voz, mientras la otra
se apoya en cada uno de los pétalos
que viene deshojando su equilibrio y todo,
todo es amarillo, la ropa, las paredes,
la azafranada luz de la penumbra,
el tañido regular de mis pulmones que sugieren, por fin lúcidos,
un cataclismo, un desastre,
un minúsculo dolor,
una agonía.
Ramón Ataz
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Extraordinario poema, Ramón. Te lo celebro. Un abrazo.
ResponderEliminarY yo te lo agradezco de nuevo, amigo.
EliminarUn fuerte abrazo.