Es posible que al hablar del absurdo
te incorporaras otorgándole importancia.
Pero yo fui forjado por él,
bifronte, respetando los puntos cardinales,
tragando el aire sin indagar del viento su procedencia.
A aquello llamamos Amor
(como a tantas cosas).
Vencimos al gesto de tu frente,
a la estrechez de tus cabellos,
también al alimento que nos sostenía.
Dejé de crecer,
dejaron mis ojos de buscar,
mi memoria hizo suyos tus recuerdos.
A aquéllo no sé cómo llamarlo, Calipso,
a aquéllo no sé cómo llamarlo.
© Ramón Ataz2011
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