Quietos,
bajo el gris trashumante de las nubes
llegado esta mañana a la ciudad,
mis ojos concienzudos
vigilan a una anciana
que se aleja del parque y del café
aún perfumado, persiguiendo
el lustroso correr sobre la brea
del recuerdo futuro de un chiquillo.
Cabellos adversarios, andar en desacuerdo,
las sonrisas, ellas sí, ellas convergen,
como el ave y el murciélago en las alas,
al expandirse por sus rostros antagónicos.
Yo, promedio de sus vidas,
me avergüenzo al confesar que he sondeado
el interior de sus pieles antónimas,
que he invadido
sus sangres disímiles, sus hoscas tristezas
durante el íntimo segundo
en que el azar reúne a las miradas.
No se les puede hablar si ya andan lejos
y cohabitan en mi cráneo, fotogramas
a lo sumo, nada vivo accede allí, probablemente
también ellos me contienen en los suyos:
entre el tránsito fugaz de sus recuerdos,
aquella anciana
admite a un hombre joven untado en una silla;
los codos fijos,
la mano izquierda prensando un artilugio
que vierte al deslizarse tinta azul sobre un cuaderno
mientras la otra, oscilante
entre la mesa y los labios,
sigue el lento fanatismo que dicta el cigarrillo.
Los trazos del mundo incomprensible,
gruesos aún, amontonados
como la ropa del día al acostarse,
los que atesora el muchacho con descuido
para urdir algún día su memoria,
hacen hueco a un viejo con su perro,
de rostro innecesario y cuerpo inmóvil,
pintor quizá, o profesor, acaso un padre
caído de su hogar. Ya lo ha olvidado.
Los tres somos vencedores
de un momento
al que pone su final ese otro instante,
inaprensible,
del comenzar de la lluvia.
Ella no está, él se ha marchado.
Yo reverdezco otra vez
como los parques vacíos
que sin decoro
desde hace un rato me miran.
(c) Ramón Ataz
Promete el nuevo año. ¡Ya me gustaría a mí poder firmar muchos poemas intrascendentes como éste!Con un abrazo.
ResponderEliminarSalud.
Firmas poemas maravillos, Julio, y algunos incluso son transcendentes... muchas gracias, amigo, en este día de los Reyes Magos, la única celebración navideña que aprecio de verdad.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Que gran película Vidas cruzadas.
EliminarObservas retazos de tiempo, ojos miran, el mundo se expone a la mirada, el poema se construye como un plano secuencia.
Un abrazo, Ramón
Muchas gracias por tus palabras, Eloy, y por pillar la referencia a la inmensa película de Robert Altman (me lo eplico, porque a todos nos consta tu cinefilia). El cine es mi gran pasión y no lo había mezclado demasiado con la poesía, así que tu observación sobre el plano secuencia me encanta.
EliminarUn abrazo.
¿Intrascendente?... ¡según para quién! A mí me ha trascendido que no veas. También yo alguna vez he sido testigo de miradas fugaces, sintiéndome partícipe del instante pese a mi condición de observador. Un delgado hilo nos anuda en esos breves momentos, hermanando tiempos y percepciones, para luego deshilacharse enseguida y dejarnos de nuevo a solas con nuestros pensamientos. Muy atinada la observación de Julio sobre el plano secuencia.
ResponderEliminarPerdón, la observación sobre el plano secuencia era de Eloy, no de Julio (aunque con el comentario de éste estoy igualmente de acuerdo). Lo mío con el despiste empieza a ser patológico.
EliminarEs que eso de la intrascendencia es algo muy relativo, Alejandro. Quizá otro título del poema hubiera podido ser "la trascendencia de lo intrascendente", pero me apatecia recordar la peli a la que se refería Eloy.En fin, que muchas gracias, como siempre, por tus atentos (en ambos sentidos) comentarios, despistes incluidos...
EliminarUn abrazo.
Los Reyes Magos te trajeron un buen poema, Ramón. Feliz año 13. Se va a enterar el "trágico" numerito.
ResponderEliminarAbrazos.
Bueno, Tomás, es que los poemas, buenos o malos, todavía salen gratis, de ahí que los Reyes, que este año andaban bastante justos (a ver si aprovechan para abdicar y pasan a ser civiles magos). Y el numerito lo tiene verdaderamente jodido para traer más mala suerte que sus antepasados... pero tiene unos cuantos y poderosos adeptos que le ayudarán a conseguirlo..
EliminarMuchas gracias por pasar y dejarme tu comentario, Tomás.
Abrazos.
Es increíble cómo la captura de un momento, en principio intrascendente, puedo dar lugar a reflexiones tan ricas en matices y cristalizarse en un poema tan magnífico como éste.
ResponderEliminarMe ha encantado.Y la estrofa final me parece preciosa.
Un abrazo
Me alegra mucho verte por este poema, Juana, y te agradezco el comentario. La verdad es que pasear a un perro y sentarse a tomar café a veces da para echar un rato escribiendo.
EliminarUn abrazo.
Qué gran poema, Ramón. Esos parques están llenos de olvidos, de ilusiones, des esperanzas...como tu poema que lo tiene todo en sus versos. Un mundo propio contenido en unas líneas. Se podría hacer un cortometraje de este poema.
ResponderEliminarFascinante.
Un abrazo enorme
Mi enhorabuena
Ana
Ana, se me había pasado este comentario, lo siento mucho. Te agradezco de veras lo que dices y me alegra muchísimo verte por mi blog.
EliminarUn beso.