lunes, 10 de diciembre de 2012

Tras de mis ojos tu voz


Tras de mis ojos cerrados

tendrá tu voz su hogar, ahora que mueres.

Podrá apoyar sus hombros

en el reverso invidente de mis párpados

y acaso, cuando el tiempo de tu recuerdo se estanque,

deslizar su sonido indeleble

hacia el ocluso portal de mi mirada.

Se escapa ya tu voz desde el cadáver que dejas,

y en ella están los mitos, la risa y los deseos

de todas tus edades, ordenados

en larguísimas filas de memorias de piedra.

No temas, no hay hendijas, 


no hay quebraduras o poros

por los que pueda penetrar alguna imagen

que me distraiga de ti y te desvanezca;
 

no tengo ya motivos para plegar

las membranas que habrán de protegerte.

Hay en la luz, es cierto,

una vitalidad benéfica

capaz de sustentarme hasta la tumba,

pero los años de contemplar el mundo y asombrarme

ya han pasado.

Aquí, tras de mis ojos,

no existen la elisión ni la condena,


puedes morir entonces 

suavemente,  tu voz

ya está conmigo.




Ramón Ataz (c) 

2 comentarios:

  1. Es bellísimo, Ramón! Qué mejor recuerdo para guardar que el de una voz, que simboliza el todo o casi el todo de alguien o de algo. Y qué magistral paseo haces por los detalles de ese proceso. Me ha erizado la piel...
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Juana. Ya te contaré la razón de este poema, pero digamos que olvidar la voz de alguien que muere sería horrible. Afortunadamente la voz se conserva en la memoria con mucha más nitidez que la propia imagen. Me alegra que te haya gustado.

      Un abrazo.

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